“La liberación es no sentirse ya nunca más avergonzado de uno mismo”
-Friedrich Nietzsche-
Desde siempre la vergüenza ha estado muy presente en mi vida. Soy de esas personas que cuando sentía vergüenza no lo vivía discretamente por dentro, no, me ponía roja como un tomate, sudaba, me palpitaba muy rápido el corazón y quería volverme invisible o desaparecer… (si, rozando la fobia social) y cuando me decían eso de “Te estás poniendo roja” (gracias por el dato, como si no lo notara…) aún se agudizaban más los síntomas de esa vergüenza.

Cundo era pequeña y adolescente era muy exagerado y me hacía sentir realmente mal. Hasta llegue a investigar sobre una operación que existía (o eso decían) para evitar el rubor tan exagerado en la cara (des de mi yo adulto ahora pienso, menuda barbaridad).
Mi madre cuando me veía pasarlo tan mal solía decirme “Tranquila, cuando seas mayor te dejará de pasar”. Evidentemente no la creía. Ahora de adulta puedo confirmar que sí, de mayor se mejora mucho, pero a base de trabajo personal, no se pasa por arte de magia. Eso mi madre no me lo dijo…
Ahora la vergüenza es “amiga” y sí, me sigo ruborizando, pero lo gestiono bien y no lo sufro, ha pasado a ser un rasgo característico entrañable de mí. Al saberla gestionar y vivirla des de otro lugar mucho más sano, ya no se manifiesta de forma exagerada.
¡Vamos a explorar este sentimiento tan complejo y qué he trabajado para gestionarla!

La vergüenza es un sentimiento complejo que todos experimentamos en algún momento de nuestras vidas. Es una sensación de incomodidad, humillación o malestar que surge cuando percibimos que hemos fallado en cumplir con nuestras expectativas o las de los demás.
A veces se confunde la vergüenza con la timidez, pero en realidad, la vergüenza aguda es algo más compleja que la simple timidez, ya que está relacionada con la baja autoestima y la sensación de poca valía personal.
Tener vergüenza implica, por un lado, experimentar emociones como la culpa y el miedo y por otro, mecanismos como la perfección y el control para superar el sentimiento de inadecuación. El problema es que más allá de ayudar supone todo lo contrario: un obstáculo.
Para trabajar en la vergüenza hay que volver a hacernos visibles y valorarnos por nosotras(os) mismas(os) y no según el baremo de los demás. Fácil de decir, difícil de hacer, lo sé.
Veamos algunos Tips más prácticos:
- (Auto)Aceptación: el primer paso comienza por reconocer y aceptar que SENTIMOS vergüenza (no que SOMOS vergonzosas/os, es diferente), es decir, que esta emoción forma parte de nuestro mundo emocional. Aceptación no es Resignación. La resignación implica una actitud pasiva, con impotencia e incapacidad de influir en la situación. La aceptación implica reconocer y asumir la realidad de la situación sin juzgarla ni resistirse a ella. No significa estar de acuerdo, sino simplemente reconocer que es parte de la realidad actual. La aceptación está acompañada de una actitud de apertura, flexibilidad y disposición para adaptarse a las circunstancias.
- Autoconocimiento: conócete, conecta contigo y empieza a mostrarte tal cual eres, es decir, comenzar a ser visible. Esto ayudará también a trabajar en tu autoestima. No es fácil, pero nunca es tarde para ser nuestras(os) mejores amigas(os).
- Conoce a tu vergüenza: mantén una actitud de observación. De lo que se trata es de detectar cuáles son exactamente las situaciones en las que sientes vergüenza y cómo lo vives con detalle.
- Trabaja en tus creencias irracionales: detrás de la vergüenza suele haber creencias irracionales muy arraigadas, cómo por ejemplo “No puedo con esta situación” “Soy así” “No soy suficiente” … Trabajar en ellas te ayudará. Te recomiendo leer el Tip de creencias irracionales.
- Autocompasión: para superar la vergüenza es indispensable que aprendamos a vernos con bondad. Cuando veo a alguien ruborizarse de vergüenza, no pienso mal de esa persona, al contrario, soy muy compasiva. Pienso que debe estar pasando un mal momento, empatizo y valoro mucho como lo gestiona. Pues lo mismo hago conmigo, ni más ni menos.
- Exponte gradualmente: el proceso de superar la vergüenza va de dentro hacia fuera y viceversa. Exponerte a lo que te produce vergüenza, comenzando por lo que te inspire menos miedo y aumentando de manera gradual la dificultad, te ayudará a ir superándola poco a poco.
¡Ya tienes por dónde empezar a explorar y trabajar tu vergüenza!
Y recuerda, si consideras que no puedes hacerlo sola(o) busca ayuda de un profesional de la salud mental, te acompañará y guiará en todo el proceso.
BIBLIOGRAFIA
Cyrulnik, B. (2011). Morirse de vergüenza: el miedo a la mirada del otro. Debate.
Moreno, P. J. (2002). Superar la ansiedad y el miedo. Desclée de Brouwer.
