Explorando tu Mundo Emocional (5) La culpa (Parte 5 de 7)

4–6 minutos

¿Te sientes culpable a menudo por lo que (no) dices o haces?

La culpa. ¿Amiga o Enemiga?

La culpa es un sentimiento que experimentamos cuando creemos haber hecho algo malo o perjudicial, y por tanto nuestros actos han tenido unas consecuencias negativas para las personas con las que nos relacionamos.

Pero…entonces, ¿la culpa se aprende o es innata en el ser humano?

En el mundo de la psicología esta pregunta aún es objeto de debate, porque, por un lado, se ve que puede tener una base evolutiva, por qué el hecho de que nuestros antepasados sintieran culpa cuando se saltaban una norma del grupo social permitía promover la cohesión con el grupo y así mantenerse unidos y sobrevivir. Pero, por otro lado, es muy evidente que la culpa tiene una parte aprendida a través de la cultura y la sociedad, ya que hay culturas donde la culpa es mucho más evidente que en otras.

Así pues, podríamos decir que la culpa es una combinación de factores innatos y aprendidos. Es probable que exista una predisposición biológica hacia ciertos sentimientos de culpa, pero la forma en que se experimenta y se manifiesta está influida por el entorno social y cultural.

El sentimiento de culpa está ligado a pensamientos que son desagradables y que nos pueden llegar a incomodar mucho e incluso “torturarnos” internamente, haciéndonos sentir a la vez otras emociones como la tristeza o el miedo.  

¡Pero no vayamos a demonizar a la culpa, por lo menos no todavía!

El sentimiento de culpa bien regulado y manejado, es necesario y adaptativo, ya que nos permite reconocer nuestros propios errores, empatizar con los demás y rectificar cuando nos hemos equivocado, es decir, nos permite regular nuestro comportamiento.

La culpa saludable es proporcional al daño causado y desaparece cuando se soluciona el problema.

Algunos beneficios de la culpa (bien regulada y manejada) son:

  • Promueve la responsabilidad personal
  • Fomenta el aprendizaje de una/o misma/o
  • Facilita la reparación del daño causado a otras/os (disculpándonos, compensándolo, etc)
  • Fomenta la empatía y con ella las relaciones sociales

Pero como siempre, todo en exceso es malo, y la culpa también.

Si vivimos en una sociedad o en un entorno familiar que ha promovido mucho este sentimiento, lo podemos tener instalado como un sentimiento que se activa de forma recurrente.

La culpa, muchas veces, se ha usado para ejercer poder y mantener el control sobre las/os demás, creando dependencia emocional y sumisión.

La culpa en exceso y sostenida en el tiempo afecta a nuestro estado emocional, ya que como hemos comentado nos genera estados de malestar, y por tanto la culpa deja de ser funcional y se convierte en un problema.

Algunas afectaciones de la culpa excesiva son:

  • Mina nuestra autoestima
  • Puede generarnos estrés, ansiedad y/o depresión
  • Dificulta nuestras relaciones sociales
  • En lugar de accionarnos, nos paraliza
  • Nos machaca emocionalmente (rumiación constante)
  • Es irracional y aparece siempre, así que deja de ser funcional

De ahí la importancia de aprender a gestionar bien la culpa.

¡Vamos allá con algunos Tips para manejar la culpa de forma adecuada!

  1. El primero y (para mí) más importante, es cambiar en nuestro diálogo interno la palabra culpa por RESPONSABILIDAD. Es muy diferente enfocar un error personal des de la culpa que des de la responsabilidad…piénsalo.
  2. Relativiza la importancia de la culpa. No eres responsable de todo lo que pasa en el mundo. Por tanto, si te sientes culpable por todo (o muy a menudo), ahí tienes un indicador de que no estás haciendo una valoración correcta de las cosas.
  3. Reflexiona sobre la relación con tu entorno. Debes hacer una valoración sobre si en tus relaciones personales se da una situación de dependencia emocional o incluso sumisión por tu parte.
  4. Practica la autocompasión. ¿Te dices lo mismo a ti cuando te equivocas que le dices a tu mejor amiga/o cuando se equivoca? Si la respuesta es no, ya tienes por donde empezar. Es importante ser igual de benevolentes con nosotras/os que con los demás. Ser autocompasivo no significa excusar o justificar tu comportamiento perjudicial, significa tratarse con amabilidad, respeto y comprensión, como lo harías con los demás, y no juzgarse y castigarse de manera severa y destructiva.
  5. Practica el autoperdón. Tienes derecho a cometer errores, de hecho, es fantástico cometerlos, porque te permite mejorar y aprender y… Spoiler, todas/os cometemos errores. Parece muy tópico, pero entender en lo más profundo de tu ser, que tienes derecho a equivocarte y que no eres peor persona por eso, es imprescindible para trabajar la culpa.
  6. Ten en cuenta tus necesidades. Las personas con exceso de culpa acostumbran a desvivirse por los demás olvidándose de sí mismas/os. Así que reconectar con aquello que TÚ necesitas (aunque pase por delante de los demás en un momento dado) es muy importante.
  7. Aprende a dejar ir. Una vez que hayas reconocido tus errores y hayas hecho lo posible para enmendarlos, aprende a dejar ir la culpa. Obsesionarse con el pasado solo te impedirá avanzar.

Ahora ya tienes por donde empezar a trabajar la culpa. Eso sí, ten en cuenta que aprender a manejar la culpa lleva tiempo y esfuerzo, pero con práctica y paciencia, puedes aprender a liberarte del peso emocional que conlleva.

Y recuerda, si la culpa persiste, te causa mucho sufrimiento y/o te limita, busca ayuda de un profesional de la salud mental para que te acompañe.


BIBLIOGRAFIA

Echeburúa Odriozola, E., de Corral Gargallo, P., & Amor, P. J. (2001). Estrategias de afrontamiento ante los sentimientos de culpa. Análisis y modificación de conductahttps://redined.educacion.gob.es/xmlui/handle/11162/25041

Etxebarria, I. (2003). Las emociones autoconscientes: culpa, vergüenza y orgullo. EG Fernández-Abascal, MP Jiménez y MD Martín (Coor.). Motivación y emoción. La adaptación humana, 369-393.

Levy, N. (2010). La sabiduría de las emociones: cómo interpretar el miedo, la culpa, la envidia, la vergüenza. Debolsillo.