¿Te has preguntado alguna vez cómo funciona el proceso de las emociones? ¿Por qué sientes emociones intensas cuando pasa algo externo a ti en el presente, pero también cuando te pones a pensar en algo que pasó hace un año?

Una emoción es un proceso psicofisiológico que se activa a partir de un estímulo. Lo curioso es que este estímulo puede ser externo o interno; presente, pasado o futuro; real o imaginario.
El cerebro no distingue demasiado bien lo que es real de lo que es imaginario, es por eso por lo que cuando te pones a pensar en esa discusión que te dio tanta rabia de hace un mes, sientes esa misma rabia ahora (aunque esa situación no se esté dando de verdad en este momento y la persona ni si quiera esté ahí).
¿Y por qué sucede esto?
Existe un mecanismo innato que realiza una valoración automática de cualquier estímulo que te llega (real o imaginario; externo o interno). Por ejemplo, un estímulo imaginario interno sería un pensamiento.
Este mecanismo se pregunta: ¿Cómo afecta esto a mi supervivencia? ¿Cómo afecta a mi bienestar?
Esta valoración es muy rápida y muchas veces es inconsciente.
Entonces tu cerebro determina si el estímulo o la situación es:
- Irrelevante: el estímulo es neutro. No tiene gran implicación para ti.
- Positivo: el estímulo es beneficioso, implica un logro para ti.
- Negativo: el estímulo es un obstáculo o un peligro para ti.
Una vez determinado cómo es este estímulo o situación, hace una segunda valoración: ¿Estoy en condiciones de hacer frente a esta situación?
Una vez valorado todo esto, se produce la respuesta emocional y sientes una emoción u otra, que te movilizará a actuar para sobrevivir y/o buscar tu bienestar.
¿Increíble verdad?
Por lo tanto, la emoción no depende tanto del acontecimiento en sí, sino de la forma que tienes de valorarlo e interpretarlo. Por eso, una misma situación una persona la vive con mucho miedo y otra persona no le da ninguna importancia.
Y es justo ahí donde puedes interferir. Puedes aprender a valorar los acontecimientos de forma que los relativices un poco y el impacto emocional no sea tan grande.
¿Y cómo se puedo hacer si todo es tan “automático”?
La emoción tiene 3 componentes:
- El componente neurofisiológico: Es la respuesta física de la emoción (por ejemplo: ruborizarse, sudar, falta de aire, etc). Es involuntaria, por tanto, podemos incidir en ella, pero una vez ha sucedido. Por ejemplo: respirar profundamente cuando sientes que estás nerviosa(o) y te falta un poco el aire.
- El componente comportamental: Es la expresión o exteriorización de la emoción. Esta parte se puede trabajar y aprender a que sea de una forma más favorable y no tan impulsiva. Por ejemplo: Si te das cuenta de que cuando te enfadas gritas y pierdes los papeles, puedes aprender a identificar cuando te estas empezando a enfadar y gestionar la situación antes de comenzar con la conducta impulsiva (por ejemplo, marcharte 5 minutos a caminar sola(o) y después hablar).
- El componente cognitivo: Es lo que pensamos acerca de lo que nos pasa y de la emoción que sentimos. Aquí es donde puedes incidir en profundidad y conseguir modificar la emoción o su intensidad. Si aprendes a regular tus pensamientos cuando tengas vivencias o sientas emociones, la gestión de estas será muy diferente.
Por ejemplo: imagínate que una amiga te hace un comentario que te sienta mal. ¿Crees que sentirás lo mismo si te marchas de allí y piensas: “Bueno un momento, quizá ha tenido un mal día. Después le diré que me ha sabido mal el comentario y lo hablaré con ella”; o si piensas: “Me ha hablado fatal. Pero esta de que va. Es una xxxxxxxxx. A mí que no me hable más…” ?
Nada que ver, ¿verdad?
Para poder incidir en esta parte es imprescindible practicar tu consciencia emocional y mental, es decir, darte cuenta de lo que sientes y sobre todo de lo que piensas al respecto. Si vas en piloto automático todo este proceso pasará sin que te des cuenta y tendrás la sensación de “Yo soy así”. Tus pensamientos y emociones te dominaran a ti, en lugar de tu a ellos.
Te recomiendo leer el Tip de Gestionar vs Controlar tus emociones
¡Recuerda que todo es cuestión de práctica!
HERRAMIENTA (8): “Darse cuenta (2): ¿Qué pienso?”
Una parte importantísima de la gestión emocional es “Darse cuenta”. Darse cuenta de qué emoción sientes, pero también es fundamental Darse cuenta de qué piensas al respecto.
Se trata de que cuando sientas algo, observes qué pensamientos te vienen detrás. ¿Qué te dices acerca de lo que te pasa?
Al principio seguro que dirás “No pienso nada”. A mí también me pasaba. Pero cuando empieces a practicar la atención hacia ti misma(o), verás que siempre nos decimos algo de todo lo que nos pasa (“Vaya mierda” “Lo odio” “Esto es insoportable”).
Cuando descubras que lo que te estás diciendo te enciende más, afloja ese pensamiento y experimenta a ver qué pasa.
BIBLIOGRAFIA
Ballesteros, I. (2017). Quiero aprender cómo funciona mi cerebro emocional. Desclée de Brouwer.
Bisquerra Alzina, R. (2009). Psicopedagogía de las Emociones. Síntesis.
