Día 1 de enero… ¡Este año será diferente! Este año iré al gimnasio, aprenderé inglés, leeré más libros, meditaré, les dedicaré más tiempo a mis hijos…Propósitos de año nuevo…

Cuando empezamos un nuevo año nos hacemos propósitos, para que este año que entra sea “mejor” o sea el año en que mejoraremos aquello que no nos acaba de gustar de nuestra vida. Al final, la realidad es que o nos duran un par de meses (enero es el mes en que más inscripciones hay en los gimnasios) o lo acabamos dejando para el año siguiente “porque este, no era un buen año”, y acabamos teniendo los mismos propósitos año tras año sin cumplir ninguno de ellos.
Pero… ¿por qué cuando llegan vacaciones decidimos cambiar cosas?
En los momentos de cambio, sea por circunstancias de la vida o sea por periodos vacacionales, nos paramos a pensar que es lo que no nos gusta de nuestra vida. Los cambios llevan a cambios. Y los periodos vacacionales, son claves, porque nos relajamos, salimos de la rutina, nos sentimos diferentes…y eso nos lleva a pensar que queremos ser y como lo conseguiremos.
El problema, es que no lo hacemos de forma reflexiva y racional, sin valorar realmente lo que nos costará conseguirlo. Durante la Navidad, por ejemplo, vemos mucho más a nuestros amigos y familiares, nos comparamos y esto colabora con la elección de esos nuevos propósitos. Pero, una vez nos sumimos de nuevo en la rutina y se nos pasa lo que yo llamo “el colocón navideño” (o veraniego) todo vuelva a la misma normalidad que antes y a los dos días nos olvidamos de esos propósitos.
Y, ¿por qué no podemos cumplir esos propósitos?
La realidad, es que normalmente no cumplimos nuestros propósitos porque en muchas ocasiones no son realistas.
Es positivo hacerse propósitos, ya que es importante tener ganas de cambiar/mejorar aquello que no nos gusta de nuestra vida, pero si estos no son realistas, teniendo en cuenta nuestras capacidades, nuestro tiempo y recursos, va a ser imposible cumplirlos. Darnos cuenta de que un año más, hemos sido incapaces de cumplir el propósito, nos supondrá una frustración y decepción tan grandes que decidiremos conformarnos con nuestra realidad y al siguiente año será aún más difícil.
Los propósitos están muy relacionados con nuestro “yo ideal”, es decir, con aquello que nos gustaría ser, así que en realidad están muy relacionados con nuestra cultura y sociedad. Por ejemplo: hay países que el culto al cuerpo es mucho mayor que en otros, así pues, uno de los propósitos más comunes allí será estar en forma o adelgazar.
Veamos ahora, los propósitos más comunes:
- Salud física y belleza: Ir al gimnasio, practicar un deporte, hacer alguna dieta, dejar de fumar…
- Salud emocional: Dedicarnos más tiempo a nosotras/os, hacer actividades que nos gusten y nos hagan felices, meditar/mindfulness, tiempo de descanso y relax, pasar más tiempo en la naturaleza…
- Conocimientos académicos: Cursos de idiomas, talleres de temáticas específicas, volver a estudiar aquello que dejamos a medias, leer más…
- Trabajo, dinero, vivienda: Buscar un trabajo nuevo, pedir un aumento de sueldo, cambiar de vivienda…
- Pareja, familia: Pasar más tiempo con la pareja o los hijos, hacer más actividades en familia…
- Amistades: Pasar más tiempo con los amigos/as, hacer más actividades juntos…
¿Te has identificado con alguno?
Pero… ¿Cómo podemos hacerlo para que nuestros propósitos no se desvanezcan en dos días y nos sintamos mal?
- Analiza la realidad de ese propósito. Tenemos que definir muy bien el PARA QUÉ ese propósito y no otro. Fíjate que no digo “porqué”, digo “para qué”. Es muy diferente.
- Se realista. No te engañes a ti misma/o. Si no has hecho deporte nunca, no puedes proponerte ir 5 días a la semana al gimnasio. Hay que ir poco a poco. Proponte estar más sana/o y empieza por ir dos días y alimentarte diferente, por ejemplo.
- Busca motivaciones. Si no encuentras la motivación interna para involucrarte en tu propósito, lo más probable es que acabes abandonándolo. Por ejemplo, si quieres estar más sana/o y te propones ir a hacer running 3 días a la semana (pero en realidad no te gusta correr), seguramente te aburrirás y lo dejarás. Es mejor plantearte una actividad que te guste, por ejemplo, bailar o jugar al tenis, que el resultado final es el mismo y además estarás motivada/o para continuar porque te gustará y lo pasarás bien.
- Intenta transformar el propósito en un hábito. Es decir, que no sea algo pasajero de una temporada, porque si realmente lo has elegido como propósito, seguramente es porque necesitas ese cambio. Por ejemplo, en lugar de querer leer muchos libros en un año, proponte leer todos los días 2 páginas antes de dormir. Parece poco, pero así se convertirá en un hábito que podrás mantener a largo plazo.
- Recuerda que no conseguir ese “yo ideal”, no quiere decir que no estás cumpliendo tú objetivo. Por ejemplo, si tu propósito es ser 100% vegana/o y al pasar el año, has conseguido ser vegetariana/o, no quiere decir que no has cumplido tu objetivo, sino que estás en camino y eso está genial, porque al hacerlo progresivamente quizá te es más fácil mantenerlo a largo plazo.

Finalmente, solo me queda añadir, que nunca es tarde para tener un propósito, querer incorporar un nuevo hábito o cambiar algo de nuestra vida, no hace falta que sea 1 de enero para empezar. Y si el que te propusiste el 1 de enero no ha salido bien, no pasa nada, revisa que ha fallado y vuelve a empezar, no te rindas.
A continuación, te dejo una herramienta para que puedas definir tu propósito sin olvidarte nada y que sea mucho más fácil de cumplir.
¡Felices propósitos de 2024! 🙂
HERRAMIENTA (6): Propósitos SMART
Para definir un objetivo o un propósito usa las siglas en inglés SMART:
S de Specific (específico) – Concreta. Huye de objetivos difusos.
M de Measurable (medible) – Tienes que poder medir tus avances.
A de Attainable (alcanzable) – Tiene que ser factible, realista.
R de Resonant (resonante) – Ni demasiado fácil ni imposible. Que valga la pena el esfuerzo.
T de Time-bound (ligado al tiempo) – Acótalo en el tiempo. Define cuánto tiempo tardarás en conseguirlo.
